Da risa comprobar en libros como este, el que a pesar de los siglos pasados desde que se escribió hasta hoy,en él subyace un verdadero espíritu y afán del español que aún nos define ante el resto de nacionalidades.
Excarbar en las pretensiones y jactancias ibéricas tal que hace el desconocido autor de la vida del lazarillo,no con sentido de ética autocrítica sino con el mero empeño de guasearse y hacer mofa,befa y público escarnio de la hipocresía orgullosa y bizarramente religiosa que tan bién nos define a los habitantes de la piel de toro,está al alcance de muy pocos.Únase a esto que tal compendio de sucesos que a Lázaro acontecen estan descritos y con toda intención en un castellano llano (valga la redundancia,si es que la hay) entretejiendo una crítica ( cuando no denuncia ) feroz a la hidalga pobreza española,al opulento y farisáico clero y a la desgana sobornada de cada uno de los servidores del reino. ¿ A qué me suena eso ?
Parece lógico que el desconocido autor ,culto y formado culturalmente sin duda,eligiera el anonimato para relatar las vivencias de quién es a partir de entonces icono de lo que dándose en llamar "picaresca española "ha llegado hasta nuestros días en estado tal de salud y mejora genética que no habría papel suficiente para imprimir en él la vida de tanto pícaro.
"Usaba poner cabe sí un jarrillo de vino, cuando comíamos, y yo muy de presto le asía y daba un par de besos callados y tornábale a su lugar. Mas turóme poco, que en los tragos conocía la falta y, por reservar su vino a salvo, nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido. Mas no había piedra imán que así trajese a sí como yo con una paja larga de centeno que para aquel menester tenía hecha, la cual, metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino lo dejaba a buenas noches."
ResponderEliminarLazarillo de tormes