Lo que yo pueda decir del quijote es como una gota de lluvia en el océano.Sin embargo, no está de mas contar que yo he sido de los muchos que,en su niñez, leyeron este libro al compas de los muchísimos refranes que en él nos muestra Cervantes.
Seguramente algún profesor y por algún trabajo de clase hizo que empezase tal lectura a trompicones,de un libro este y todo hay que decirlo, que no era para nada atrayente para un chavalín obsesionado con astronautas,naranjitos y güás.
Una vez expuesta la anécdota,baste aseverar por mi parte que la gran obra de Cervantes y de la literatura hace en mi libreria la función de diccionario y radar del lenguaje.Releer el quijote es como adentrarse en una hermosa selva cuya vegetación fluye y crece en constante compás;el laberíntico engranaje del idioma se hace sutilmente fluido para los iniciados y para los salvajes.
Tiene Cervantes el casi imposible don de la bifurcación lingüistica y así,es capaz de no decirnos nada con la palabra que lo dice todo y viceversa;Amañar verbos y espejar palabras hasta que cobran vida propia en función de la libre interpretación;Crear circunstancias y dejar al silencio que envuelva a los personajes,que los abrume en soledad y ,al mismo tiempo sembrar invitaciones a la mas hondas reflexiones con un simple suceso inexperado en el cual la alegría,el jolgorio o la risa se adueñan de la vida.
Me pasa con el quijote como con la biblia,el tao,o los poemas de benedetti...Es de los pocos libros cuyas palabras asocio a mi presente simplemente abriéndolos al azar y leyendo entre líneas.Nada hay de pueril ni de supersticioso en tal manía,sino mas bien de homenaje a ciertas normas que del lenguaje se hicieron en mi espíritu rutina.
De Don Quijote,mito ya universal y arcaico cual si todos lo fuesemos en él,admiro su locura,envidio su locura...;su locura de páramos abiertos frente a molinos y escuderos;su locura febril de amor sin miedos y sin inconvenientes;su locura de desconocimiento e inocencia ante la adversidad...Su locura en fin,ante la realidad que poco a poco convierte tarde o temprano todas las vidas en una única mentira.