Este es un libro de niños y quizá por eso lo leí de un tirón en uno de esos trayectos en barco de regreso a casa.El vaivén de las olas y el crepitar del viento contra las claraboyas,las miradas cómplices y asustadas y el saberse a flote, situaron a mi corazón en un contexto de lectura facilmente entendible y asimilable para una mente adulta.La narración se encostra, sin embargo, en la estupidez humana con una sensible crueldad,en las diferencias que se van diluyendo conforme uno va creciendo entre el niño que somos y el hombre en que nos convertimos,en las heridas que todos nos hicimos alguna vez jugando en la niñez...
Conforme se va leyendo se hace cicatriz curada pero aún rosada y dolorosamente blanda.
Preguntas que se nos habían extraviado en el mundo de los adultos regresan sin responder a nuestros mismos labios.
y con ellas nidos que rompimos alguna vez,
charcos donde mojamos los zapatos,
noches de ojos abiertos hacia la oscuridad
y ese espejo sin compasión alguna
que nos dijo aquel día :
- ¡ Ya has crecido !
Curiosamente,el desenlace es un triste homenaje a la inocencia humana que,reflejada en el corazón de un niño,nos hace a todos mas culpables.